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lunes, 22 de agosto de 2011

¡Qué día más curioso!

Acepto que inició con mucho escepticismo de mi parte, puesto que mis experiencias con autoridades religiosas no han sido muy motivadoras. Sin embargo, esta vez fue distinto.
Tal vez impulsado por mis circunstancias, tal vez por mi hermano, no lo sé. Lo cierto es que me hizo bien estar listo temprano y, sin pensarlo, ya estaba iniciando el oficio.
"Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo" (Isaías 22, 19-23)
Dejé de pensar. Así es. Dentro de la iglesia hubo un momento en el que me enfoqué realmente en lo que sucedía  frente a mí, ya fuera la lectora o el cura hablando, yo prestaba atención.
"Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos". Acto seguido, los cantos. Felizmente los entoné (que he mejorado mucho en eso), al menos lo que sabía de ellos. También recuerdo una mariposa, posándose sobre la gente sin que se dieran cuenta. Y un perro, que disfrutaba de la celebración como muchos de los presentes.
No estoy dormido. Tan sólo me distraigo.
Me dedico a transcribir la segunda lectura (Romanos 11, 33-36):
"¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén".
Realmente me cuesta creer la posición de unos cuántos amigos ateos, que dicen que la Biblia la escribió gente que se drogaba. Tengo amigos que se drogan, y no se dedican a escribir cosas tan magníficas. Es decir, ni siquiera pueden escribir.
"¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre? Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.
Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". (Mateo 16, 13-20)
Mateo menciona "el Hijo de Dios vivo", a diferencia de los otros apóstoles. Esto le da una significancia especial a este pasaje de su libro, que fue el Evangelio de hoy. Menciona también "o uno de los profetas", porque la gente esperaba a un ejército, no al hijo de un carpintero. Por eso decían que Jesús era un profeta más.
Cuando me atendió el padre, sé que me costó hablar, que temí y que desconfié de mí mismo.
"¿Te quieres confesar? Sí padre".
El asunto es que necesito hallar esas cosas que no me he perdonado, o que tal vez sí, pero que no olvido. Perdonar no es necesariamente olvidar, pero lo olvidado se perdona. Esa es mi ley.
Hablé un poco de mi situación previa a la Universidad, era tan sólo un joven, no sabía mucho. Además, uno es demasiado necio para ver y aceptar, eso nadie lo negará. Si en ese momento hubiese recibido consejo alguno de mi madre, posiblemente hubiese hecho mala cara. El asunto es que lo que viví ciertamente no fue sencillo, experimenté situaciones que nadie esperaría de alguien de menos de dieciocho, incluso que nadie quiere en sus vidas en ningún momento.
Soy un ser racional, me gusta explotar esa característica. Sin embargo, lo que me pasó fue completamente irracional, obedecía a algún impulso, a mis inseguridades y a mi falta de estima propia. A fin de cuentas, me abandonaron, quedé solo. Típica dependencia. Tardé un mes en olvidarle, tal vez dos. Tardé cinco meses en perdonarme todo lo que hice en contra mía. Y todo un año en encontrar a Dios.
Más recientemente, me di cuenta que no podía continuar con el esquema de vida que creí conveniente para mí, porque no soy lo que pretendía ser en algún momento. Dije e hice cosas que no debí, pero al menos me queda la enseñanza, no quiero repetirlas más. Las circunstancias en las que desperté una buena mañana, sumado al ambiente de mi relación, me hizo recapacitar. Las cosas no pueden continuar así.
Pues, entonces, me di cuenta que es probable que no esté en los planes de Dios esta relación. En especial, porque estoy tranquilo, mi corazón ha encontrado serenidad. Me sentía mal por esto, pero ahora lo veo más claro.
Me dice el padre: "Las razones de la mente no son las del corazón. Y las razones del corazón, no las entiende la mente".
"Pídele a Dios que te enseñe el camino hacia lo que buscas, deja en sus manos la claridad que necesitas para encontrar a quien de verdad deba ser tu pareja".
"Humanos como vos quieren meter a Dios en sus mentes, en su razón. Pero si esto sucediera, te creerías Dios. Pensarías como Dios, o pensarías que eres Dios. Más bien, entra en la razón de Dios".
Entrar en la mente de Dios, en su razón. Que mi vida sea parte de sus pensamientos. Entonces me imagino dentro de su cabeza.
"Dios siempre piensa en nosotros, y nos ama a todos, siempre, a pesar de todo lo que nos pase o lo que hagamos. Es cuestión nuestra si queremos recibir su amor".
"La libertad está en la verdad. Y la verdad está en tu corazón. Las razones que dé tu corazón no las entenderá tu mente. Pero tu mente te condiciona".
"Si yo tengo un amigo, y le digo: No hables con tal persona por esto y lo otro, y me hizo este mal. Pues entonces, ya no habrá libertad, le arrebato a mi amigo la libre elección de su vida. Y si no hay libertad ¿cómo cree que haya amistad?".
Libertad. Es por esto que no debemos controlar a los demás, si obedeciéramos a este impulso mental, le quitaríamos la libertad a los demás. También restringimos la verdad de Dios.
Desearía recordar más, pero no puedo. Además, esto se está haciendo largo. Me encomendó el cura leer el Salmo 1:
"... si no que pone su amor en la ley* del Señor y en ella medita noche y día".

¡Que Dios manifieste su poder en sus vidas!
¡Que les dé la capacidad para tener libertad!
Bendiciones.

* Ley: del hebreo "torá", significa instrucción o enseñanza, muy utilizada en los primeros cinco libros de la Biblia, que se usa como palabra viva de Dios, que manifiesta su voluntad a los humanos y los conduce por el camino del bien y de la vida.

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