Buscar en este blog

martes, 12 de octubre de 2010

Como árbol

¡Qué increíble, somos como árboles!
Sólo basta un poco de tierra para formarnos, para germinar y crecer.
Algunos crecen siempre en terreno fértil y abonado, otros pasan su vida en medio de sequías y tormentas.
Y muchos vivimos por estaciones, unos días de verano, otros de otoño, otros de invierno y un poco de primavera.
A mí no me importa si, como el pino, mis agujas[1] caen con el tiempo. De por sí no me hace falta adornar mi cabeza para seguir vivo. No me preocupa, tampoco, llenarme de marcas como un corcho, de todas formas algún día mi corteza no servirá de nada, y me alegra mucho cómo la naturaleza me concibió.
Lo que realmente me concierne es cómo cuidamos a nuestra madre y base de nuestras raíces, y cómo la vida nos brinda lo que necesitamos para crecer: unos días lluvia, otros días sol. Al fin y al cabo, como los anillos determinan la edad del árbol, la riqueza del alma determinará quién soy.

[1] Agujas se le suele llamar al follaje de los pinos.