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domingo, 21 de agosto de 2011

¿Puedo llamarlo así?

Nuevamente, este espacio regresa a sus andadas de diario, creo, ¿puedo llamarlo así?*

A veces pienso que mi "mejor don" es también el peor. Simplemente quiero descansar mi cabeza, dejar de pensar tanto.
Justo ahora, sé que no estoy bien. Hace unos días, unos meses, las cosas eran distintas. Sé que estaba seguro de lo que quería, sé que estaba viviendo mi propio sueño, "Sueño Americano" -aunque detesto usar esa frase, pero es producto de la programación televisiva de hoy-.
Bien, por querer encontrar la orilla segura, el fin de todo esto, lo que se supone que soy, he caído en una profunda nada. El conjunto vació... eso creí, pero en este instante me doy cuenta que sí existe un elemento, la confusión por querer saber qué carajos me pasa y qué carajos hay de malo. ¿Qué carajos me pasa? ¿Qué hay de malo conmigo? (Entiéndase que no he estado así antes, que yo recuerde).
No es nadie, soy yo. Nadie produjo esto, sólo yo. Yo y mi necedad, de esa manera puedo describirla, necedad. Maldita sea.
Afortunadamente he encontrado a alguien con quién compartir ciertas similitudes de esta vida extraña: Ver televisión tarde porque no tengo sueño, reírme de lo patéticos que son los programas, estar sólo, yo y mi cabeza, pensando en lo estúpidos que son los personajes (y a veces los actores, como todo humano creo), viendo la decadencia humana personificada por decadentes humanos. De repente me sorprendo pensando lo mismo que va a decir el artista... De repente no soy nada. Sólo un humano solitario viendo programas patéticos y riendo de lo malo que son... Como cualquier otro.
¿Qué me consuela? Saber que no soy único, que hay alguien más viendo televisión mala. Y que puedo descargar todo esto aquí. Esto último suena bien cliché, pero la verdad funciona bastante. Al menos desocupo la memoria temporal de mi cabeza, para guardar nuevos estados intermedios de mis pensamientos.
¿Qué sucedería si no pudiera escribir? Buscaría alguna otra manera de descargar. Grabarme o algo por el estilo. Pero esto se escapa de esta historia.
Busco a Dios. Sí, lo busco. Y lo encuentro. Sé que hace unos años no habría dicho esto, lo sé muy bien, incluso deseo no recordarlo tan vivamente, pero es de esas cosas que no me dejan. Busco a Dios, como decía, y lo encuentro. Sin embargo, no me alejo de esas "malas compañías" que no lo buscan o no lo encuentran, porque con ellas siento que me acerco más a él, al encontrar las respuestas que ellos no ven, o no quieren ver. Además, no se lo tomen a mal, es difícil encontrar alguien con una mente tan impaciente y que crea en Dios. A veces me cuesta hablar con las personas muy convencidas, porque no le aportan nada concreto a mi vida. Suena terriblemente egocéntrico y prepotente, pero así me ha sucedido. Le pido a Dios encontrar a alguien que de verdad me encauce y que sea interesante, o al menos, le pido que cambie mi forma de ser. Y no hablo de una pareja, en estos días me di cuenta que las cosas no son únicamente así y que quien me quiera debe soportarme. Eso no es justo, en lo absoluto.
De repente soy bueno, pero tampoco quiero ser tan bueno. No soy malo, pero tampoco quiero ser no malo todo el tiempo. Es difícil ¿Soy bipolar? Bueno, tengo un amigo que lo es, no estaría solo.
¿Hace cuánto el miedo a la soledad se volvió importante? Recuerdo que la última vez que me encontraba cómodo en la soledad, decidí romperla. Y nuevamente estoy tratando de acomodarme a ella, porque ella no se acomoda a uno, eso es una estupidez, ella existe siempre ahí. No es celosa, no se resiente, no te busca. Sólo espera que la recibas. Es una excelente persona ¿La personifico? Puede ser, pero no, si la soledad fuera persona, sería una maldita perra. Y no lo es.
Por lo demás, estoy bien. Gracias a Dios mi vida ha estado muy bien, las cosas han salido estupendas y me siento muy feliz de conocer gente, de todo tipo, incluso gente muy lista (más que yo, por supuesto), gente con la que puedo hablar con toda confianza porque me entienden.
Estaré muy bien. Lo sé.

Dios nos ama, aunque no queramos aceptarlo.
Que Él nos llene de sus bendiciones.

*Siempre ha sido un diario, pero con distintas formas.

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