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lunes, 2 de agosto de 2010

País chiste

Que nos acompañe Dios,
cuando no haya ni para el arroz.
La gente piensa que todo se mueve por la buenas
y lo que olvida es cómo murió Centroamérica.
Sí claro, en mi país se creen buenos
Se creen de plata, muy limpios y sinceros
Pero la hipocresía es tanta,
que no pueden aceptar críticas de afuera.
Una vez creí que podía cambiar,
mover a la gente y hacerlos pensar.
Pero de repente me vi sólo, caminando
con un par de amigos al lado.
Y el resto de la gente creyéndonos locos.
Me eché al hombro mi propia culpa,
acepté que el país desaparecía.
Pero no puedo concebir cómo
por unos dolares más,
se desaparece la justicia, los niños y el pan.
Para qué tanta cosa, tanto premio y palabrería
si en el fondo todo es la misma porquería.
Hay balas en la capital, balas en la pampa,
plomo en el puerto y en la montaña.
Lo más grave, tal vez, es que la policía la mantengo
y ellos sin mover un puto dedo.
Pero en la tele tú ves al político y al cura,
dándose la mano y firmando tratados.
Por un lado te dicen todo está claro,
y por el otro, mejor quédate callado.
Que no es asunto nuestro, que al Señor se le reza.
Pero con cuál fe llega la gente a la iglesia.
Después de jornadas de espalda partida,
llegás al chante para la vieja rutina:
Muertos en la provincia, en tu cantón, en tu barrio,
asambleas sin quórum por falta de sobornos.
Una subida en el precio de la leche,
una bajada para los pobres que estudian.
Después de tanta violencia vulgar,
cómo no ser otro de esos que matan por un plato de comida.

Pero claro, todo es un chiste.
Somos especialistas en el humor más fino.
Cuando maten a tu madre, tu hermano y tus hijos
o atropellen a tu esposa o marido.
Ya sabés bien, ríete como idiota, como estúpido.
Porque nadie se hará cargo de tus asuntos.

Pero todo está bien, bien, en el país de quién sabe quién.
Todo está bien, muy bien, en el país de quién sabe con quién.

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