Fin:
Oh por Dios! Lo que veo es un pincel, un pie, un lienzo.
No paraba mi tos perpetua, no paraba. Qué repugnante.
Y el lienzo cojea para pintar el día, con su único pincel.
Pero la desgraciada absurda dibuja un reloj.
Inicio:
Me mató un segundo antes de que gritara: "No soy yo otra vez".
Desarrollo:
Luz mía, ¿qué se supone que debo creer?
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