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jueves, 25 de febrero de 2010

Al fin, despierto.

Cuando el alba despunta sus últimos colores,
cuando apenas despertaba de mi sueño.
Incluso la lluvia trató de arrastrarme al olvido
y el frío de detener mi corazón.

Es entonces cuando entre las nubes
un tenue rayo apunta a mi cara,
dándome el calor de otros días
y la brisa trae el aroma de los robles.

Justo cuando parecía que ya nadie
me iba a sacar de mi propio abismo.
Aparece un ángel que lucha contra la adversidad
y la vida es de nuevo vida, y el Sol es de nuevo Sol.

No sé a dónde me llevará su suave mano,
no sé si la guío yo. No me importa,
estoy dispuesto a aprender a su lado
y a enseñarle quién soy.

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