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sábado, 16 de enero de 2010

Agujero

Llevaba rato escuchando la orquesta
su cabeza no la dejaba de mirar.
¿Por qué, acaso?
O ¿acaso para qué?

Palabras inocentes, sin afán de humillar.
No se sentía ofendido,
pero tampoco podía cantar.
¿Qué sentía?

Quién lo habría dicho, o mejor aún,
quién se lo habría dicho.
Pero sonó tan profundo
como si lo gritara al abismo, en media existencia.

¿Aún la quieres? Esa fue la pregunta.
Entonces  la orquesta calló,
y él, con el grito, fue cayendo lentamente,
en ese agujero que llaman indecisión.

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