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jueves, 1 de diciembre de 2011

Canción para el hombre que nunca aprende


"¡Ay qué pereza!
¡Todavía pregunta por ti!"
(a Pedro)

Tal vez media Luna como único norte.
Una noche fría, sin dónde ir.
Está el que nunca quiso aprender.
El que siempre se refugia en todas partes.

"Ella no está, ella se ha ido,
y yo la quise, como ninguno".
Quién sabe cuánto lleva así.
Ya nadie quiere oírlo.

Y al final, amanece y no tiene,
más corazón que el que Dios le quiso poner.
Y alguna historia ilusoria,
de los abrazos que soñó y dejó perder.

Pobre hombre que nunca aprende.
Los demás siempre siguen ahí,
como siempre, como siempre hace la gente.
Pero él insiste, en quedarse dormido.

Un tango como excusa, o mejor,
lo explicaría con un bolero.
Pero la mujer, por la que lo deja todo.
Ella, ya no quiere bailar.

Yo incluso una vez le tendí mi mano.
Le dije: "Levántate, tienes un amigo".
Pero con su mirada azul me respondió.
"Ya no sé ni cómo será mi futuro".

Ya ni su familia, si tuvo, pregunta por él.
Dicen que se perdió en el vació del abandono.
Dicen que su madre lloró por él.
Que se fue, y no la quiso ver.

Y al final, anochece y no tiene,
otro lugar dónde ir más que su soledad.
Y se refugia en ilusiones,
que sólo él sabe que se cumplirán.

Pobre hombre, que nunca quiso aprender.
A estar sólo, a dejar que la vida se lo lleve,
y a adivinar lo que el viento quiera darle.
Pero él insiste, en quedarse en pie.

Un poema para sacar sus penas, o mejor,
un canto para llenar el silencio.
Pero la vida, por la que tanto se preocupa.
Ella, ya lo dejó atrás.

"El día que me quieras.
Ya no sé si te querré"
(a Carlos)

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