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jueves, 3 de septiembre de 2009

A Ella

¿Dios, el destino, una estrella?
Cuando las nubes se mueven
sobre el país de nadie
-que ya no es mío-
mi corazón se perdió
entre lágrimas de piedra
y abismos infinitos.

¿Natura, la vida, el azar?
¿Dónde perdí mi verso
y la rima?
Conoció mi niñez, que ya no existe,
dura es la lucha por crecer.
Ante la duda del adulto
un tiempo prometió nunca volver.
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Entonces fue la dicha.
Y sus ojos, brillantes,
me hipnotizaron y me sacaron fuera
del valle de las lágrimas de piedra.

Entonces, fue el perdón.
Y mi alma -que es un despojo-
conoció su voz sincera,
para guiarme de nuevo
y que nunca me perdiera.

Entonces fue volver a nacer.
Mi ser encontró calor
en su hogar.
Mi vida, calma
en su amar.
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¿Algún dios, el destino, las estrellas?
Si es divino, seré su profeta.
Si está escrito, que así sea.
Pues en la astrología de sus pasos
hallé mi camino...
...y no quiero perderla.

1 comentario:

  1. Que desdicha de los que la desgracia huyen,
    Que desdicha de los que creyeron amar,
    Que afan de su busqueda,
    Que desdicha su encuentro.

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